Como ya sabemos, el uso de la pintura y sus técnicas, nos ayuda a expresarnos, comunicarnos, relajarnos o incluso desahogarnos. Pintar nos relaciona con el entorno de una forma especial, y si es bueno para niños y adultos, ¿por qué no lo va a ser en la tercera edad?
La pintura nos ayuda, a medida que nos vamos haciendo más mayores, a trabajar y mejorar nuestras capacidades de concentración, disciplina, creatividad y paciencia. Además, fomenta la superación personal tanto al comenzar un lienzo como al ver finalizada la obra.
En general, las actividades orientadas a personas de la tercera edad tienen múltiples beneficios para su salud, ya sean actividades físicas o artísticas, pero ¿en qué puede beneficiarles la pintura en concreto? Entre sus múltiples beneficios encontramos:
- Mejora en precisión y relajación: pintar puede calmar el temperamento, los nervios en personas propensas a estar en tensión, propicia la calma y el estado de felicidad, y cómo no, distrae. Además, la práctica de los trazos ayuda a la precisión.
- Mejor comunicación: pintar también ayuda a la comunicación ya que es una forma plástica y explícita de comunicarse. Es una forma distinta de contar cómo se sienten, o descargarse de situaciones concretas plasmándolas en un dibujo. Especialmente es una buena herramienta para personas con discapacidades que tengan que ver con el déficit comunicacional, o personas tímidas.
- Beneficios motrices: el uso de distintas herramientas, planos y superficies ayuda al desarrollo motriz de las personas mayores, especialmente a aquéllas con entumecimiento de los dedos. La práctica perfecciona esta capacidad motriz.
- Aumento de la actividad cerebral: cuando pintamos, nuestro cerebro está participando activamente en dicha actividad, concretamente el hemisferio izquierdo es el responsable de tareas lógicas, y el hemisferio derecho de la creatividad y la imaginación.
Conociendo ahora los múltiples beneficios de la pintura, no hay escusa para no desarrollar esta disciplina a cualquier edad.